jueves, 11 de marzo de 2010

Tuve una banda de rock cuando era joven. Una banda intrascendente, debo admitirlo, pero era mía, algo que surgió por la iniciativa de una buenos camaradas. También era de ellos. En aquellos tiempos, no estoy seguro de que haya pasado tanto, nuestro mundo era el rock. El rock triste y desafinado que salía de nuestras guitarras y demás instrumentos. Tocamos en algunas ocasiones en la televisión y en algunos antros. No es gran mérito, cierto, pero era nuestro mérito, nuestro rock y nuestra banda. También salimos a tocar fuera de la ciudad, a ejidos, es cierto, pero salimos y una vez, incluso, nos pagaron. Si mal no recuerdo, fue la única vez que los hicieron. Según sé, aún conservamos el cheque en algún lugar. De esta banda ya no queda nada, salvo algunas grabaciones, algunas fotos y muchos recuerdos y anécdotas. Me sacaron porque cantaba feo, pero cantaba y tocaba peor. Fue, por decirlo de algún modo, el motivo principal. Sin embargo, lo que yo presiento, es que la mamá de la mujer que cantaba con nosotros no soportaba mi actitud roquera: ponerme pelucas, gritar como loco, arrástrame por el escenario y maldecir a Dios. La gota que derramó el vaso fue un amorío. A un compañero de la banda le gustaba la misma mujer que a mí y no soportó la lucha tan desleal que yo le estaba haciendo. Me hicieron juicio sumario y me corrieron para siempre. Recuerdo que me sentí triste y concluí que no los necesitaba. Comencé a escribir mis propias canciones y al tiempo formé otra banda con la que pasó lo mismo: nada. Volví a ver a mis compañeros musicales hace unos meses. Hasta nos dio por tocar algunas canciones que en algún momento no nos sirvieron para alcanzar el éxito que creíamos merecer. Fue un bonito desastre. Unos están gordos, otros son empresarios o maestros, pero tienen en la cabeza una idea común: fuimos grandes, o pudimos serlo. Ahora les gusta Bumbury, Jumbo, Molotov, Zoe, Kinki. A mí me han dejado de gustar. Ahora tengo solamente oídos para Sabina, Cespedes, Silvio, Fito Paez y chabela Vargas.
En fin

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Se llama evolución. Bienvenido.

Blas Barajas, escritor dijo...

En mi caso, querido anónimo, se llama involución. Besos

Zvesdochka (estrellita) dijo...

Amor mío, para mi cantar hermoso!

un beso.

Zvesdochka (estrellita) dijo...

cantas*

se me fue el infinitivo! jeje


cantame al oído...cositas de amor
(8)

Anónimo dijo...

Recuerdo muy bien esa historia, me reí mucho porque la verdad no la creí verdadera, pero creo que hasta nombre tenía, si me permites recordarlo, DENGUE METÂLICO, hasta tengo una linda foto con la pose rokera y todo el kit, tal vez cuando seas un poeta famoso podrás hablar sobre tu vida en la farándula en tu autobiografía, aunque puede que estés aludido cuando se hable de eso como una especie de chascarrillo, ya sabes como es el destino de insidioso, saludos Raùl.

Kary

PD Te debo unas heladas