jueves, 29 de abril de 2010

La semana pasada fue para mi un suplicio. Me acostaba muy tarde y me despertaba pasado el medio día. Me sometí a una dieta involuntaria de sopa instantánea, latas de atún, cereal y muchas porquerías de esas que encuentras en las tiendas de autoservicio. La pasé muy mal, lo juro. Esta mañana, cuando salía rumbo a la escuela, me vi obligado a correr para alcanzar el camión y llegar a tiempo a un compromiso escolar. A medio camino resentí todos los cigarrillos que fumé en el proceso de elaboración del maldito y malparido trabajo final. Llegué tarde, como suelo hacerlo últimamente, a mi cita con mi asesor y ya no podré verlo hasta el lunes de la próxima semana. Ni hablar. Apenas el lunes pasado comencé a sentir que las cosas volvían a la normalidad, que mis nervios estaban más tranquilos, que mis ojos podían volver a leer sin irritarse tan rápido. Sin embargo, de aquel naufragio me ha quedado el insomnio. Doy vueltas en la cama, me veo la punta de los píes, le doy vuelta a una novela que dejé inconclusa desde hace algunos meses (ojo, una que estoy leyendo, no piensen mal)y nada hace que concilie el sueño antes de las cuatro de la mañana. Nada, porque ya intenté con el alcohol y el deporte. Las drogas, hijos mios, no son mi estilo porque, como muchos de ustedes sabrán, mi mentalidad es muy pequeño burguesa.
Ahora quiero decir otra cosa. No sé qué diablos, pero me siento muy bien. De un sentimiento de euforia que sentía en el pecho, que me hacía sentir como acróbata, he pasado a una especie de neutralidad que le atribuyo, no sé, quizá, al encuentro con alguien al que hace mucho tiempo, algunas semanas, había descuidado. Me ha hecho sentir mejor, porque, de alguna manera, me ha puesto en contacto conmigo mismo, con mi amor propio. Ahora sí, hijos, tengo nuevos bríos para levantarme de la lona y seguir en la pelea. ¿qué quiero decir con todo esto? No sé a ciencia cierta pero se me ocurren dos cosas: qué ya pasó la tormenta o se trata del ojo sórdido del huracán. Quiero agregar que de cualquier modo estoy preparado para la borrasca.

Pero basta de chamacadas y hablemos (como si realmente estuviera hablando con alguien) de cosas serias. El América pasó a la liguilla. De panzaso pero pasó. No les extrañe que ganen el campeonato y se lo dediquemos a Salvador Cabañas quien de acuerdo a sus últimas declaraciones me he enterado que quiere ser poeta, como yo. Anoche volví a soñar, más bien, pude recordar que soñé algo. México le gabana a Sudafrica 2 por 1. Ahí el vaticinio. Saludos.

4 comentarios:

Tánori dijo...

esto pasa cuando es fin de semestre, y el mes acaba en sábado o domingo ya la beca, de conacyt, parece que no llegará nunca de los nuncas y de repente ya esta uno con caguama en mano comprando cigarros caros en algún bar. Salud!!!

prismal dijo...

Manoseando tu blog indebidamente con un comentario mío jojojo.

El Acatlán

Anónimo dijo...

... y chingó a su madre el américa, jaja que machín.

ANYELYT dijo...

Buen post.
SALUDOS.