jueves, 24 de noviembre de 2011

GIlberto Owen: me muero de sin usted

¿Qué fantasma rondaba por la cabeza de Gilberto Owen? ¿Qué demonio tan maléfico se quedó a vivir en su cabeza y dio forma a su escritura? Yo no alcanzó ni siquiera a formular una hipótesis sustentable. En menos de un año Gilberto Owen sostuvo una apasionada y constante correspondencia con Clementina Otero que apareció compilada en 1982. Al parecer Owen no conservó las misivas, en cambió Clementina las mantuvo guardadas durante más de 50 años, custodiadas por el ardor de su marido amorosamente celoso. Clementina, dicen, estaba enamorada del poeta pero no del hombre. Y de alguna manera había generado cierta dependencia hacia las cartas del mismo. ¿Será que sospechaba del valor literario de las mismas o que las mantuvo ahí, ocultas, por el mero placer de saber que alguien la amaba con desenfreno? No lo sé. ¿O será que Owen, el poeta que cometió el placentero error de enamorarse de su musa, creo una entelequia llamada Clementina Otero por el simple y productivo vicio de torturarse? Tanta amargura, pues, es sospechosa.

Gilberto Owen hace constantemente alusión a la imposibilidad de una relación amorosa entre él y Clementina. Sin embargo espera que algún día, de alguna forma, ella sucumba ante sus palabras amorosas, sus palabras de angustia y melancolía. Sus palabras de odio. Estas cartas, bitácoras sentimentales del viaje por el espinoso sendero del amor, son el profundo lamento de no poder poseer a la persona amada (lo cual también recuerda al motivo de aquel texto intitulado Novela como nube) y es, también, ese sentimiento de despojo el detonante de la escritura. Me muero de sin usted, son las cartas de la amargura del poeta que no merece amar a Clementina, que no concibe la manera de amarla más. Ante dicho estado emocional, ni el odio es capaz de neutralizar el sentimiento.

Escritas en las convenciones tradicionales del código epistolar, estas cartas revisitan el tópico del amor imposible bajo la rúbrica del poeta desgraciado y romántico, en aparente desventaja por su situación de enamorado incondicional e innoble. Clementina: fría, indiferente, inhumana, maniquea, alevosa y astuta. Mordaz e inasible. Owen: atormentado, enfermizo, psicópata y enamorado eterno. Forman ambos una pareja amorosa imposible, explosiva y literariamente atractiva. La femme fatale versus el poeta que hace de sus ruinas, su grandeza.

¿Será lícito cuestionar la relevancia de este libro? Tampoco lo sé. Actualmente son muy pocos los que cuestionan el legado artístico de Gilberto Owen. Incluso hay quien le atribuye, tanto a él como a su grupo, el mérito de intentar, por lo menos, renovar las formas de la escritura en México. Para decir esto apelan a textos donde se manifiesta una revolucionaria concepción de la obra de arte (ideas importadas, quizá, o continuación de las nociones que sobre el arte tenía el modernismo hispanoamericano). Cabe apuntar que en este libro pueden observarse algunas correspondencias con su producción artística. Por ejemplo: la plasticidad del lenguaje (en ocasiones cercano al mundo de lo onírico y al arte pictórico), el trabajo con los referentes de la mitología clásica y, aunque de forma no tan evidente, la idea de crear el arte con valor en sí mismo.

PD: Escríbeme o me mato.

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