lunes, 9 de abril de 2012

He vuelto la planicie aquella desde la que te escribía cartas de amor imposible. Sentado en el cofre del coche, con ese corte melancólico que debí robarme de alguna película, empecé a ensartar las frases de lo que ahora escribo. La ciudad ya no era una carpa de circo, ni la joroba de un dromedario. Se había tornado, simplemente, en un despilfarro de luces y puentes absurdos. He querido escribirte, fiel a todas las promesas que no te hice, pero, los peros son mis conjunciones favoritas, en mi casa hay un reguero de cristales y telarañas que inevitablemente me llevan a especulaciones cósmicas. Por tal causa he regresado a este sitio, el que no es el punto más alto de aquí pero sí el más ancho, a buscar en el paisaje algo mío más allá de las arañas y los vidrios y me he encontrado con los ruidos de los camiones y una sucesión de lámparas. No he tenido valor para hablarte de eso.

Dejando eso de lado, del lado sin importancia por favor (de ese lado absurdo que tienen las cartas, el mismo que uno utiliza para colocar las nimiedades de la vida), quisiera preguntarte si es verdad que las Islas Canarias pertenecen a España. A veces pienso que sigues ahí, paseando por largas alamedas que llegan al mar. Y creo, entonces, que eres feliz y sonríes dentro de esa postal de la que me gustaría formar parte, como imagen, como retrato, como brisa marina o, en el peor de los casos, como palmera. Si tú pudieras verme a través de ella, estarías contenta, sabes, de ver que ya no insisto más en conservar mi bigote y que me he cortado el pelo, que, por fin, me he vuelto responsable con nuestras mascotas y que me he solidarizado con las causas sociales.

Próximamente habrá elecciones presidenciales y la gente anda tapizando las calles de publicidad y basura. Sabrás que la izquierda se irá a la mierda de nuevo. Sin embargo yo seguiré esperando que de pronto un buen día regreses y me invites a un platón en Reforma, en el Zócalo y el monumento a la Revolución. Yo, sobra decirlo, iré contigo hasta la ignominia si es necesario. Abrazos.

1 comentario:

Zvesdochka (estrellita) dijo...

Sí, la ciudad parece una carpa de circo, sobre todo a eso de las tres de la mañana, ¿no? y cerca de algún mirador.
Recibirás postales del extranjero
tiernas y ajadas, besos, recuerdos. ¿Cómo están todos? Te echará de menos.