las chaquetas de Miguel Hidalgo

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el cura Miguel Hidalgo recordaría la primera vez que su padre lo enseñó a masturbarse. Mira, primero te la pelas, despacito, de atrás para delante, con cariño. Después solito vas a ir agarrando el ritmo. Y así fue, después no había un solo hombre que le ganara a chaqueteársela. En los concursos él era la estrella. Esa tarde, frente al pelotón de fusilamiento, con los ojos vendados y con el torso desnudo, el cura Miguel Hidalgo volvió a experimentar esa sensación de placer que se siente cuando eyaculas pensando en perversidades. Y así fue, cuando el capitán ordenó el fuego, el curita estaba pensado que tenía sexo con todas las esposas de los culeros soldados del regimiento que esa tarde le estaban quitando la vida. ¡Fuegooo! Otra vez gritó, y como nadie se animó a tirar del gatillo, el mismo comandante fue quien disparó. Y ¡paf! Cayó al suelo hecho un pingajo. Muerto de una vez y para siempre.

Mensaje de ultratumba:
Debemos chaquetearnos el camote o la pachocha, según sea el caso, por lo menos tres veces al día. No olviden que es fundamental comer ostiones, chocolates, camarón y todos esos alimentos afrodisíacos. También les recomiendo que si se la van a jalar leyendo algún librito, que éste sea alguno de Bukowski. Besitos a todos, de lengua, por su puesto.