lunes, 9 de noviembre de 2009

Abigael Bohórquez

Descaración previa

Si me callara;
Si me pusiera serio;
Si dejara
Que el sacrosanto pudor
Recatara esta dulce merced;
Si me fuera quedando como de aquí al olvido;
Si decayera mi semblante y me apesadumbrara,
Y sosegadamente contenido
No revelara la inesperada gracia;
Si lo ocultara;
Si me fuera de bruces sobre mi mismo
Y me diera contra mi nombre
Y fuera la desmemoria de la flor;
Si anocheciera,
Y ninguna palabra mía diera fe del prodigio,
Por tan callado el trance de morir;
Si me opusiera a declarar;
Si me encerrara en negar
Que nada, nada es cierto sino yo,
Dulcemente yo, puntual con mi esqueleto,
Y si aceptara este resplandeciente temor a confesar:
¿Qué soy, quién soy entonces,
Qué he sido sino el de siempre, el mismo,
Aquel que sólo ha dicho la verdad
Y nada más que la más crudelísima
Verdad?
El que este día ha amanecido
Fúlgido de vejez,
Maravillado de regresar,
El que, ahora,
Simple y sencillamente, se levanta,
Compone el pecho desvencijado
Y declara,
Con un temblor de voz en lo que queda de palabra,
Diecinueve de enero, dos puntos,
Sólo era que
Te amo

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