miércoles, 9 de junio de 2010

Me he trazado un plan que espero falle como todos los anteriores. Y no es que me guste el fracaso, pero me gusta retarlo con planes. Así, cada vez que me siento miserable, elaboro un plan insostenible pero que momentáneamente funciona. Lo mío es hacer planes, esquematizar planes, fundamentar planes y arruinar los planes (¿sino con qué pretexto armaría otros?). Mi plan, el que está en turno, consiste, a grandes rasgos, en lo siguiente: ver el mundial por televisa deportes, llorar de desconsuelo en privado. Llorar en lugares públicos por llamar la atención. Malacopear hasta el cansancio. Visitar a mi madre. Largarme unos meses del país, a una ciudad con agua, por favor. Andar en bicicleta. Ver la televisión en exceso. Fumar en exceso, desde luego. Si me queda tiempo, le he prometido a mi asesor, avanzaré algo en la mugre tesis que aún no logro entender. Este es el plan, pero comprendo que se pueden atravesar muchas contingencias, por eso es que tiene tantos huecos. Sin embargo, como el buen planeador y planificador que soy, tengo un plan alternativo que es básicamente el mismo que el anterior pero alterando el orden de los factores.

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