domingo, 12 de septiembre de 2010

El escritor fracasado

En los últimos cinco años, entre las miles de convicciones que rondaban por mi cabeza, una parecía ser la más firme: quería ser escritor, con todo lo que ello implica. Escribía compulsivamente y en los momentos más inoportunos. Recuerdo que solía decirle a la gente que estaba escribiendo un libro, una novela sobre un tipo que escribía cartas a una mujer que lo había abandonado quien sabe por qué motivos. Me seducía la idea de que su mujer lo dejara por estúpido. Pero como nunca pensé en ella, pues me dedicaba a escribir sobre un tipo que escribía cartas a ningún lugar con la firme convicción de que por algún azar llegarían a su destino. Si que era estúpido el tipo, inconscientemente estúpido. Pensaba mucho en él, en cómo pasaría los días esperando, en las actividades que realizaba para que todo estuviera como siempre, en la rutina que se había inventado para no olvidarla. Aunque era un tipo, según lo imaginaba, bastante estúpido, me parecía, también, deliciosamente sentimental. Llegué a escribir bastante sobre el caso: me iba llenando de clichés de escritor, de frases hechas, de lugares comunes y de melodramas personales que según yo contribuían a mi formación como polígrafo. Aunque ahora no he cambiado mucho, me queda el consuelo de que ya no escribo. Tampoco lo intento. El caso es que yo tenía esa firme convicción de ser escritor, un escritor famoso, de oficio. Me deleitaba pensando en lo que sería mi primera publicación, en lo que sería la dedicatoria y las firmas de autógrafos. Si mal no recuerdo, en algún papel que guardé entre mis apuntes, anoté una lista de personas a las que se lo dedicaría, entre las cuales destacaba la figura de mi madre. Junto a esa lista había anotado otra serie de frases hechas con las que firmaría los libros que me comprarían en la presentación. También los he perdido, junto con mi firme convicción de escribir una novela. Todo eso me daba pie para pensar en mi circunstancia como escritor en el panorama de mi país y de mi estado. Mi nombre, un nombre que me inventaría, figuraría entre las listas de los escritores hispanoamericanos, para después formar parte de los escritores mexicanos, después seguir degradándose hasta convertirme en un escritor sonorense y/o sinaloense y terminar arrumbado en un estante de alguna persona que me hizo el favor de comprarme un libro por ser mi amigo o por el morbo. Yo compro el libro de alguna persona que conozco únicamente por morbo. Cuando llegaba hasta ese punto, el escritor sonorense, sentía una especie de nausea, por no decir (noten que lo estoy diciendo) repudio. Escritor sonorense o norteño: un tipo que ha leído a García Márquez infinidad de de veces, que pregona por todos lados que le gusta Hemingway, que Kafka lo ha deslumbrado, que alguna vez creyó entender a Borges y demás cosas. Un héroe, un patriota, un mentor, un mesías, un tipo de compromiso social lleno de proyectos culturales de tres pesos. Ahí arrancaría mi carrera y terminaría en un café apestoso y en un congreso de escritores local en el que portaría un gafete con mi nombre, mi foto y mi profesión: narrador. Qué encanto, pensaba. Mis colegas hablarían conmigo de Sartre y Kierkegaard, del existencialismo y demás cosas. Qué delicia, pensaba. También creía más cosas: que si llegaba a ser un escritor capaz de rebasar el ámbito de la cantina y la camaradería, tendría que irme formando una opinión sobre las problemáticas del país o del estado. Qué asco. Yo no quería tener una opinión sobre nada, ahora tampoco quiero tener una opinión sobre algo.

4 comentarios:

Patricia. dijo...

Todos tenemos miedo a quedar en la mesa de saldos, o la famosa rebaja del Aleph 10 por 10 pesos.
Es triste. :(

prismal dijo...

Yo por eso nada más pienso: "Me voy a cojer una que otra zorra cuando sea famoso" y... nada más.

Anónimo dijo...

hola san blasito soy christian jesus gastelum leon "el chako" no seas culito se pajarito. tu compadre bananas ya a va a ser popo digo papa y va a tener una nena. no te aguites ya sabes que yo voy a comprar tus libros sigue escribiendo escribano. saludos

::Mr.KARATE:: dijo...

Honestamente -y en el sentido mas positivo-, espero algun dia ver tus libros en un estante de venta de saldos de la Ley o del Walmart, junto a las obras de Cormac Mc carthy, J.K. Rowling y Walter Mercado.

Escribe cabrón! levantate y toma esa pluma (o lapiz) de nuevo!

He dicho.

Saludos!

Mr.KARATE
--Black Belt

P.d. Podria dedicarte cualquier frase clichosa del mundo del deporte, mejor la omito y te invito una Victoria cuando regreses.