martes, 9 de noviembre de 2010

La frase con la que empezaría a escribirte esto la he perdido mientras intentaba ponerla en esta virtual hoja de papel. Ya no la recuerdo, lo juro, pero aún retumba en los vericuetos de mi hipotálamo. Es ahí, me contaron, donde se esconden las palabras que no sabemos cómo decir. Pese a haberla extraviado en su forma aproximada, puedo decir con certeza que recuerdo su sensación, su textura, su color. Era una frase escalofriante, misteriosa, de difícil articulación y gastado significado. La tenía en la punta de la lengua y ahora vuelvo a ver cómo se me escapa de la punta de los dedos. Hace el camino de regreso, forma un eco irrepetible y me regresa toda su contundencia. Una palabra mía que no sé decir, pero que iré aprendiendo a deletrearla. La dejaré para luego.

Mientras seguiré pensando en una estúpida ventana que no ve a ningún lado. Una ventana que odio porque sólo me muestra el muro pálido de otra casa cuando yo espero ver el cielo al momento de sacar mi vista del último libro de Tabucchi que estoy leyendo. Un libro que habla del mar y de las montañas.

4 comentarios:

Zombie dijo...

Nada que agregar, más que mi interés por hacer notar mi pasajera presencia.


Saludos.

Patricia. dijo...

Cuando leo lo que escribís, me es imposible no pensar en tu voz, esa tonada tan particular que ahora extraño. Siento que sos vos el que lee detro de mi cabeza.

Loco no?

brenda ríos dijo...

vas a El pasou?

Blas Barajas, escritor dijo...

Este año no iré al Paso. Está muy flaca la burrada. Y tú, vas al paso?